Noche de diciembre en La Mirada Sucia, nos aproximamos a
fechas navideñas amablemente empujados desde los grises días que nos está
tocando vivir, y con grises días no me refiero a la desaturada estampa en la que
se ha convertido Zaragoza con ayuda de la niebla. Son grises porque desde
cualquier punto o aspecto de análisis, ya sea político, social, histórico o
económico; de justicia e igualdad; global, local, campo o ciudad, o como carajo
quieras analizar el presente, todo parece bastante gris. Particularmente
comparto esa plomiza sensación y con ello no me posiciono en la visión
victimista y derrotista que tanto favorece a la libertad de acción de este
sistema. Es más bien un hastío progresivo pero reflexionado: publicidad a
borbotones, esa ostentosa iluminación del centro de la ciudad, la gente que
mira los escaparates sabiendo de antemano que no va a poder pagarlo, decenas y
decenas de transeúntes con la calle como hogar, la jodida ley de seguridad
ciudadana. Creo sinceramente que una de
las causas de la victoria del capitalismo ante el bloque soviético fue el color,
ya sé que el belicismo y el poder de producción hicieron su papel, pero el
modelo colorista que Estados Unidos supo vender y que contrarrestaba con el
sombrío modelo soviético, seguro que tuvo su incidencia en el resultado actual.
Ahora, ya sabemos que la fachada y el artificio son tan importantes para el sistema
como las Cartas Magnas o las declaraciones de derechos.
Dos ejemplos actuales de esta forma de trampantojo de
teatro, a lo Miguel Mihura, pero mucho menos cómico, los hemos visto esta
semana: el trigésimo quinto aniversario de la Constitución y el funeral de
Nelson Mandela. El primer acto, ostentoso y pedante a la manera capitalista,
simbolizó la apropiación por parte del partido en el gobierno de una
constitución escuálida y que cada vez se convierte más en un arma arrojadiza
que en un arma que defienda nuestras libertades y derechos, con todo lo
antidemocrático que eso significa. El segundo acto mucho más global, simbolizó
la apropiación de una figura histórica y su lucha. En palabras del filósofo
Santiago Alba: De entrada puede producir alguna extrañeza que los mismos
gobernantes que cierran las fronteras a los emigrantes o los deportan a golpes
o pagan a dictadores para que se deshagan de ellos con discreción en los
desiertos, los que mandan drones a bombardear otros países y soldados
a invadirlos, los que apoyan dictaduras en las que los extranjeros trabajan en
condiciones de esclavitud, los que persiguen y encarcelan a jóvenes por soñar
la autodeterminación de sus pueblos, los que promulgan leyes liberticidas, los
que apoyaron en otro tiempo el apartheid en Sudáfrica y lo apoyan hoy
en Palestina; que los mismos periodistas e intelectuales que piden a gritos la
cadena perpetua y hasta la pena de muerte, los que arremeten contra Cuba o
contra Venezuela, los que legitiman golpes de Estado en Honduras y criminalizan
a Correa o Morales, los que defienden la privatización de los
recursos, la educación y la cultura, los que en estos días rendían también
homenaje a Kennedy y un poco antes
a Thatcher y Reagan, produce sin duda extrañeza -digo- que estos
gobernantes y estos periodistas sientan de pronto ese arrebatado fervor por un
expreso político que luchó toda su vida contra ellos y lo que representan. Más
trampantojos de este teatro de lo absurdo: Santiago Alba lo llama la
abstracción del sistema- Le pasó al Che, a Gahndi y ahora a Mandela. Si leemos
el capítulo que Naomí Klein dedicó a Sudáfrica en su obra La
doctrina del shock o atendemos a los datos relativos a desigualdad
económica y violencia racial en ese país, podemos decir que el combate de
Mandela fracasó o al menos no triunfó enteramente. Asimismo podemos decir que
convertir a Mandela en un “antirracista abstracto” y homenajearlo por ello
supone una manipulación que busca volverlo “inservible” para las causas
populares. A menudo los capitalistas, los racistas, los machistas premian u
homenajean a los anticapitalistas, a los antirracistas y a los antimachistas no
tanto para sobornarlos y ablandarlos -que también- sino para contaminarlos e
inutilizarlos en sus propias filas. Esta noche de diciembre, La Mirada Sucia,
sin artificios ni trampantojos, gris como el cielo y la igualdad se acerca al
transgénero desde una perspectiva igualitaria pero transformadora. Leo en
Diagonal que un 35% de las mujeres del mundo entero han sido víctimas de
violencia física y/o sexual. Así mismo, un gran número de hombres que no
“encajan” en los patrones patriarcales suelen ser insultados, violentados o
asesinados. La desigualdad de género es un elemento crucial y explicativo de la
violencia, y con ello, la igualdad es una herramienta para luchar contra esa
violencia, los estudios sociales nos dicen que las familias no igualitarias son
a menudo más violentas comparadas con las familias u hogares igualitarios. La
igualdad de género es un factor de protección. Y con ello, la normalización del
tercero, cuarto, quinto o los géneros que sean. Me pongo pues mi atuendo gris
de invierno, al modo de Johnny Cash , otro que trascendió su género (en su caso
musical) y me preparo para empezar un programa más.
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